miércoles, 2 de agosto de 2017

PREPARÁNDONOS PARA EL FINAL

Amanece un nuevo día en Consuelo y, como es habitual en esta misión, con muchas cosas que contaros. Si el día de ayer fue intenso, el de hoy no iba a ser menos.

Comenzamos el día poniéndonos en manos de Jesús, con un tema del que, a lo largo de estos días, hemos hablado muchas veces: ¿Qué espera Dios de nosotras después de habernos regalado esta maravillosa experiencia? Y, tras esta reflexión, un abundante desayuno para coger fuerzas y hacer frente al caluroso día que nos esperaba. En la mañana de hoy, como novedad, tuvimos foto grupal de las misioneras en la capilla, con motivo del regalo que el siempre atento tío Julito nos hizo ayer antes de comenzar las clases: el polo azul de la escuela Antonio Paredes Mena.


El día de hoy en la escuela fue un poco peculiar, ya que hoy no impartimos clase, sino que dedicamos prácticamente toda la mañana a ensayar y grabar el lipdub del que ayer os hablamos.



Los primeros ensayos fueron costosos, pues el sol pegaba con fuerza y las quejas de los niños pronto empezaron a escucharse, pero, tras un breve descanso y una buena dirección de todas nosotras, ¡lo conseguimos!





Y, como debe ser, un buen trabajo merece una buena recompensa; y qué mayor recompensa que una buena comilona y una siesta (cada vez más española) para recargar pilas y prepararnos para la tarde.

La tarde de hoy se presentaba tranquila. Incluso, antes de partir hacia el batey, tuvimos un rato libre para empezar a escribir las dedicatorias en las fotografías que, mañana, cada uno de los alumnos recibirán al finalizar el día, como recuerdo de este curso de verano 2017. Ya sabéis que aquí aprovechamos todos, toditos, todos los minutos…


Hoy el camino al batey fue de record… ¡¡15 minutos!! A nuestra llegada, la puerta de la escuela estaba repleta de niños y caras de felicidad, y con ellas, los abrazos y los besos a los que estos pedacitos de cielo nos tienen acostumbradas. Hoy tuvimos como especial invitada al batey a Dolores, que disfrutó como una más.



El final está más cerca que nunca, pues mañana ya toca despedirse, y las emociones están cada vez más a flor de piel. Y por este mismo motivo, las clases de hoy fueron mucho mas relajadas que el resto de los días, dejando incluso que los niños salieran antes a jugar y repitiesen de merienda.

Siempre hablamos del batey haciendo referencia solamente a los niños, pero, hoy, me gustaría dar las gracias a personas como La Doña (Carolina), que no solo es mamá de ocho de nuestros niños a la edad de 35 años; o Doña Pura, entre otras, que cada día nos ha preparado café, y en varias ocasiones, incluso, nos ha regalado dulces típicos dominicanos. 


Definitivamente, este lugar nos ha robado el corazón, no solo por su encanto, sino también, y, especialmente, por su gente. Porque, a pesar de la brevedad del tiempo y los pocos recursos, la generosidad ha sido infinita y las muestras de cariño abundantes. Y ahora no sabemos cómo separarnos de todo esto….

Después del batey, tuvimos que pasar por el colegio a ordenar algunas de las mochilas de nuestros niños becados, pues un pajarito había cambiado las cosas de lugar. Pero, una vez más, nuestra eficiente organización hizo que, en apenas media hora, tuviéramos todo listo, y ahora sí que sí, en su lugar.
Finalizada nuestra tarea, llegamos a casa y cenamos entre risas y bromas varias, como es habitual. 
El día de hoy finalizó entre recortes, manualidades varias, preparación de gynkanas y demás quehaceres.

Como ya dije antes, si el día empezó trabajando, el final no iba a ser menos.



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