Amanecemos en Haití,
y es que cómo dice la canción… ¡Ay Haití! Que en menos de 24 horas ha removido
algo en nosotras y desde luego nuestros corazones siempre tendrán un pedacito
de esta parte de la isla.
Tras una noche en
la que algunas de nosotras vivimos la experiencia de dormir en el suelo de una
de las clases de la escuela, cogimos fuerzas con un buen desayuno para la misa
en creole (idioma de Haití) de más de tres horas que nos esperaba.
Nos
impresionó la cantidad de gente que se reunió para celebrar la eucaristía, cómo
se fue llenando poco a poco, destacando la presencia de una gran cantidad de
niños, que nos miraban asombrados. Fuimos el centro de todas las miradas, especialmente
cuando el sacerdote nos hizo levantarnos para agradecernos la visita a Dilaire,
aunque esto se hizo después de que Madre Germaine nos avisase de que estaban
hablando de nosotras... porque de creole andamos un poco perdidas.
El estilo
tan diferente al de República, una música peculiar, entre jazz y blues, más
tranquila y sin mucho movimiento por parte de la gente. Por si nunca hemos
contado como son las misas dominicanas, todo es baile, música, abrazos y
palmas.
En la mañana,
antes de volver a cruzar la frontera, Ana Rosa grabó unos videos mostrando el
resultado final del proyecto de construcción de un muro que habían financiado
desde Estados Unidos y otro en el que traducía al inglés lo que Madre Germaine
explicaba acerca de la situación del patio de la escuela, lleno de piedras,
escombros y suciedad, como presentación del próximo proyecto que financiarán
desde allí, que consistirá en asfaltarlo, acondicionar el espacio de la bandera
y poner algunas plantas.
Tras alguna
anécdota que nunca se nos olvidará...Un seminarista cercano a la congregación nos
vino a recoger y la despedida de los niños nos alejaba de este maravilloso país.
Así llegábamos de nuevo a la aduana para atravesar la tierra de nadie que
separa ambas realidades. Allí nos esperaba Juan, orientador y profesor de
psicología en la escuela la Inmaculada que tienen las concepcionistas en
Sabana de la Mar, al mismo tiempo es una persona de confianza y
siempre está al servicio de las religiosas. Gracias por tu disponibilidad y
por todo lo que nos enseñas en tus conversaciones!!
Poníamos rumbo a
casa... Pero con varias escalas por medio. El morro de Montecristi fue la
primera. Disfrutamos de una rica comida bajo la sombra de un frondoso habichuelo. Picapollo,
papas, tostones y nuestras ya míticas Presidentes... que más se puede pedir, ni
en el mejor restaurante de la isla hubiésemos comido mejor.
Llegaba el momento
más esperado.. Nuestro último baño caribeño, siempre cargado de historias
entretenidas protagonizadas en su mayoría por enci , tuvo lugar en una pequeña
cala rodeada por unos enormes acantilados. Esta vez el sol mas intenso que
nunca, nos acompañó de principio a fin, fue un rato breve pero intenso.
Y cada vez más
cerca, de nuevo nos poníamos en marcha dejando atrás unos maravillosos
paisajes.
Dirección Herrera
a recoger a Madre Clara pasamos más de cuatro horas, la última entre muchísimos
coches, menos mal que Ana Rosa nos amenizó cantando alguna canción y tuvo lugar
un duelo muy reñido de Furor con Isabel en el papel de Alonso Caparrós.
Con Clara a
bordo, y Juan cediéndole a Ana Rosa el puesto de conductor, ya que él se
quedaba en Herrera, arrancábamos para el final del trayecto Herrera - Consuelo
con parada en los Frailes para recoger nuestra camioneta, que ya la echábamos
de menos , trayecto que como es habitual en nosotras se parece más bien a una
odisea. El tráfico de un domingo a la salida de la ciudad, la falta de gps y
algún que otro incidente más demoró nuestra llegada más de lo que nos hubiera
gustado pero sin perder el ánimo y por fin con nuestra camioneta conseguimos
llegar a nuestra ansiada casa en donde Lucita y Dolores nos esperaban
despiertas con la cena de ibéricos para acabar el día.
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