¡Un nuevo lunes
en Consuelo! Otra vez ha habido cambio de turnos: Lucía y María encargadas de
la oración y poner y quitar la mesa, Enci y Lu de lavar los platos y Clara e
Isabel de tender la ropa.
Comenzamos la
mañana con una oración reflexionando sobre vivir el aquí y ahora y sacar el
máximo provecho de cada momento del día.
A primera hora, Ana
Rosa se va a la reunión con los padres de los niños becados, explicando los
requisitos y lo que se les proporcionará a los mismos. Sobre todo, se valora el
buen comportamiento de los niños más que el tener que obtener buenos grados.
Algo que les impresionó a los padres fue el saber que los niños pueden
continuar siendo becados hasta que se gradúen en la universidad.
Mientras tanto,
el resto fuimos a la escuela. Como cada día, se iza la bandera y se canta una
oración. Cada semana cambiamos de canción y les enseñamos una nueva coreografía.
El tiempo en el batey
cada vez se pasa más rápido. Nuestra “acompañante invitada” del día ha sido
Penélope. Hoy cantidad de alumnos nos han traído frutas cultivadas en su casa
en agradecimiento a las clases. Mangos de un tamaño que ni sabíamos que
existían, aguacates, chinola, auyama dulce de coco.
De vez en cuando,
llevamos a los alumnos de vuelta a su casa. Volvemos a decir, muchos de ellos
viven a una larga distancia de la escuela, y el camino entre las cañas de
azúcar se les puede hacer muy duro. Para ellos ese viaje en camioneta es como
una fiesta ¡Cómo lo gozan!
Tras una temprana
cena, asistimos a la misa en la iglesia de Santa Ana, dedicada hoy al cuerpo
policial de Consuelo.
En el camino de vuelta a casa, salieron a buscarnos
nuestros vecinos. La pequeña de la casa tenía una herida en el pie y se le
había metido algo que no conseguían quitar. Resultó ser una piedra que la “Doctora
Isabel” (ya que es la más entendida para las heridas) consiguió quitar. Le
acompañaron sus dos primitos que también se fueron a casa con varias heridas
curadas.
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