Un día nuevo
amanece y, con él, la oportunidad de entregar vida en esta experiencia
misionera en Evinayong.
Por la mañana
continuamos impartiendo clases y, después del recreo, realizamos diferentes
talleres con los niños y jóvenes: pulseras, mandalas, películas, etc.
Disfrutamos mucho
en cada uno de los momentos. Son ellos los que nos están enseñando el valor de
lo sencillo, de una sonrisa, de vivir en medio de la pobreza dando gracias a
Dios porque los protege y los cuida.
Por la tarde,
acompañadas de la hermana Paula, fuimos a visitar algunas familias del barrio,
especialmente a personas mayores, para que recibieran la Comunión. ¡Qué
momentos tan especiales! Ver la debilidad física y, a su vez, la fortaleza
espiritual, su fe, el deseo de recibir a Jesús.
De regreso a la
comunidad y al final de la tarde, compartimos un tiempo de oración en el que
damos espacio para expresar nuestras vivencias del día y dar gracias a Dios por
todas ellas.
Mañana
comenzaremos a ir a algunos poblados, así que, después de la cena, nos reunimos
en la terraza junto con las hermanas de la comunidad para programar las
actividades que realizaremos allí.
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