lunes, 10 de julio de 2017

Un día nuevo amanece y, con él, la oportunidad de entregar vida en esta experiencia misionera en Evinayong.
Por la mañana continuamos impartiendo clases y, después del recreo, realizamos diferentes talleres con los niños y jóvenes: pulseras, mandalas, películas, etc.
Disfrutamos mucho en cada uno de los momentos. Son ellos los que nos están enseñando el valor de lo sencillo, de una sonrisa, de vivir en medio de la pobreza dando gracias a Dios porque los protege y los cuida.
Por la tarde, acompañadas de la hermana Paula, fuimos a visitar algunas familias del barrio, especialmente a personas mayores, para que recibieran la Comunión. ¡Qué momentos tan especiales! Ver la debilidad física y, a su vez, la fortaleza espiritual, su fe, el deseo de recibir a Jesús.
De regreso a la comunidad y al final de la tarde, compartimos un tiempo de oración en el que damos espacio para expresar nuestras vivencias del día y dar gracias a Dios por todas ellas.

Mañana comenzaremos a ir a algunos poblados, así que, después de la cena, nos reunimos en la terraza junto con las hermanas de la comunidad para programar las actividades que realizaremos allí.


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