Consuelo, un pueblecito con un encanto especial, inundado
de color y bachata, de noches oscuras y gente viendo pasar las tardes sentados
en sillas en las puertas de sus casas o negocios.
Segundo día aquí y ya nos sentimos completamente en
casa.
Hoy fue un día bonito e intenso y las experiencias se nos
van acumulando.
Comenzamos bien temprano yendo a la misa del Cura
de Ars, entrañable, acogedora, puerta con puerta con nuestra casa. Nos
dieron la bienvenida con un aplauso acompañado de miradas de agradecimiento, de
esas que expresan más que las palabras.
La mañana fue intensa y emocionante al conocer nuestras
clases, organizando la distribución, llenándonos cada vez más de ganas por empezar,
e incluso izamos la bandera al son del himno de República Dominicana, como se hará
cada mañana.
La buena comida de Margarita nos sirvió para coger fuerza
para la tarde que nos esperaba...
Después de comer, Ana Rosa nos entregó las tan esperadas
listas de clases con los nombres de nuestros niños e incluso tuvo lugar un
concurso a la hora de adivinar en el género que escondía cada uno de estos...
Lluvia torrencial, como cada tarde, que parece que se cae
el cielo sobre nosotros, truenos y más lluvia viéndola caer en el que se está convirtiendo
en uno de nuestros rincones, la entrada de la casa con las puertas de par en
par y en las míticas sillas mecedoras.
De pronto, Lucita nos anuncia que vamos a hacer una visita
a los bateyes, sin mucha demora estamos en la puerta con expectación, respeto y
algo de miedo por lo que nos íbamos a encontrar. Habíamos oído tanto hablar de
ese lugar... y allá que nos fuimos poniéndonos en camino a la vez que Irmar se reía
gritando… no queríais aventura??
Pues bien, lo que vivimos esta tarde ha sido una de esas
vivencias que se guardan en la retina y que lo recordaremos ya por siempre. Cumpliendo el sueño de muchas, acomodadas en la parte descubierta de nuestra
camioneta, Enci, Isabel, las Lucías, María
y Clara, conduciendo Ana Rosa y de copiloto Lucita, entre trotes y más trotes y
entre cañas de azúcar, íbamos adentrándonos en el camino al batey. Pero, en un
momento, nos topamos con un arroyo con mucha corriente y cierta profundidad que
desembocaba en una cascada, impidiéndonos el paso… pero eso lo descubrimos
momentos después cuando nuestra intrépida jefa se adentró en el arroyo. Tan oportunas como siempre, las lluvias torrenciales quisieron ser partícipes también de esa
hazaña y hacerlo aún más interesante. Cuando entramos entre todas en un poco de
razón y prudencia nos dimos media vuelta y gracias al tan querido tío Julito y
su experiencia conseguimos llegar por otro camino.
Del poblado,
bastante vacío, pobre y llovido, conocimos el colegio donde daremos clases por
las tardes, asignándonos también nuestras clases.
En la vuelta también
tuvimos algún percance, pero nada que Ana Rosa y el tío Julito no pudieran solucionar.
Acabamos el día con
una exquisita cena española, de jamón, queso manchego, cecina y una buena
cerveza dominicana.
Ha sido un gran día y lo mejor es que esto
solo acaba de empezar….!
No hay comentarios:
Publicar un comentario