jueves, 27 de julio de 2017

NO HAY DOS DÍAS IGUALES EN ESTA MISIÓN

Un día más vivido en este maravilloso pueblito llamado Consuelo, un pueblo que ya sentimos como nuestro: sus calles, su olor, sus gentes. Ya vamos por la calle y nos sentimos queridas y bien acogidas.

La mañana discurrió sin novedades. Aunque es verdad, que como ayer fue día de fiesta, los alumnos han hecho su propio “puente” y las clases estaban un poquito más vacías de lo que suele ser habitual.

Tras el buenísimo recibimiento por parte de los alumnos a sus profes y el izado de bandera, cada una de nosotras nos fuimos a nuestras clases para seguir con el trabajo de refuerzo de los niños que presentan unas mayores carencias.

Después de la comida y el merecido descanso, llegaba el momento de subirnos en nuestra camioneta y poner rumbo a nuestro querido batey. Esta tarde, además del Tío Julio, del que ahora os hablaremos, nos acompañaron Madre Clara y Chavelita, la directora de la Escuela Antonio Paredes Mena, quien, después de insistirle varios días, hoy ha podido dejar sus múltiples tareas directivas para compartir esta tarde con nosotras.


 

En la entrada del blog de hoy os queremos presentar al Tío Julio, que, aunque ya os lo hemos nombrado varias veces, nunca os hemos contado la labor tan inmensa que hace por la Congregación de la Concepcionistas y por la Fundación Siempre Adelante.


Si hay en este proyecto un alma raíz, ése es el Tío Julio, como en Consuelo todos lo llaman. Tío Julio es el orientador de la Escuela Antonio Paredes Mena, pero, ante todo y sobre todo, es un hombre vocacionado. Su vida es por y para los demás. Durante el tiempo que llevamos aquí ha estado con nosotras. Nos ayuda a repartir el desayuno, se pasa por las clases para ver cómo vamos, se preocupa por saber si necesitamos alguna cosa…. En el pueblo sabe qué familias son las más necesitadas, y siempre está solicito para echarles una mano, pagar sus medicinas o llevarles comidas si fuese necesario. Cuando vas por la calle con él los niños, jóvenes y/o adultos lo llaman, se acercan para darle un beso o un abrazo. Es una institución a quien todos admiran, respetan y, lo más importante, quieren desde el corazón por la bondad que trasmite.


Además, Tío Julio ofrece una ayuda inestimable a la Fundación, pues se encarga de hacer el seguimiento de cada uno de los niños becados, desde los de básica hasta los universitarios, para ver si esta ayuda está siendo bien aprovechada.
Estar con el Tío Julio es sentirse como en tu casa, pues está pendiente de que estemos a gusto en todo momento.


Como suele ser habitual, el Tío Julio también nos ha acompañado hoy al batey. Esta tarde en el batey ha sido bastante especial. Al llegar nos hemos quedado sorprendidas por los pocos niños que había y nuestras caras se han puesto un tanto tristes, pero… no ha durado mucho pues, en cuestión de segundos, han empezado a ir llegando nuestros “tesoros”, -algunos hasta yéndoles a buscar a sus casas- esos pedacitos de cielo que hacen que nuestras tardes sean de todo menos aburridas.


Una vez más, hemos sido agasajadas con frutas tropicales traídas por nuestros niños. No podéis imaginar la cara de felicidad que tienen cuando nos entregan esas bolsas cargadas de frutas, pero en el fondo cada una de esas frutas son las ilusiones que pusieron por dárselas a sus profes.
Nosotras hoy también hemos querido llevarles regalos y les hemos entregado ropa que con cariño y delicadeza habíamos seleccionado pensando en cada uno de los nuestros chicuelos.
Cuando en las clases entregábamos las camisetas, gorras, pantalones, globos… sus caras resplandecían de felicidad, y, sin saber cómo ni porqué, también las nuestras. Aprovechamos para dar las gracias a todos aquellos que nos hicieron donación de ropa para este proyecto.





Acabamos la tarde en el batey jugando, bailando y, lo más bonito para todos, riéndonos de situaciones propias de adolescentes con ganas de conocer y comerse el mundo. Durante ese rato, para todas las profes que allí estábamos se paró el mundo, se veían caras de felicidad y de complicidad que nos llevaron a crear lazos más estrechos con esos niños que Dios ha puesto de forma providencial en nuestras vidas.

La vuelta del batey fue como siempre de carcajada tras carcajada recordando los momentos vividos durante la tarde.

Al llegar, estaba aquí la hermana de Madre Irmar. Estamos hablando de Madre Yria, quien, aunque destinada en Venezuela, donde desempeña la misión de maestra de novicias, ha venido a participar en el encuentro de junioras, y, por esta circunstancia pasará unos días con nosotras. Tras la misa en la iglesia del Santo Cura de Ars y la cena en comunidad, llegó el momento de la sobremesa. Es el mejor momento para nosotras del día. Esta noche les ha tocado a Madre Clara y a Madre Yria contarnos su proceso vocacional, un momento de lo más gratificante para todas nosotras.


Contentas por todo lo vivido pero un tanto agotadas de tantas emociones, nos vamos a descansar para mañana seguir en nuestra misión en este nuestro pueblito, Consuelo de nuestros amores.



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