Un día más vivido en este maravilloso pueblito llamado Consuelo, un pueblo
que ya sentimos como nuestro: sus calles, su olor, sus gentes. Ya vamos por la
calle y nos sentimos queridas y bien acogidas.
La mañana discurrió sin novedades. Aunque es verdad, que como ayer fue día
de fiesta, los alumnos han hecho su propio “puente” y las clases estaban un
poquito más vacías de lo que suele ser habitual.
Tras el buenísimo recibimiento por parte de los alumnos a sus profes y el
izado de bandera, cada una de nosotras nos fuimos a nuestras clases para seguir
con el trabajo de refuerzo de los niños que presentan unas mayores carencias.
Después de la comida y el merecido descanso, llegaba el momento de subirnos
en nuestra camioneta y poner rumbo a nuestro querido batey. Esta tarde, además
del Tío Julio, del que ahora os hablaremos, nos acompañaron Madre Clara y
Chavelita, la directora de la Escuela Antonio Paredes Mena, quien, después de insistirle
varios días, hoy ha podido dejar sus múltiples tareas directivas para compartir
esta tarde con nosotras.
En la entrada del blog de hoy os queremos presentar al Tío Julio, que,
aunque ya os lo hemos nombrado varias veces, nunca os hemos contado la labor tan
inmensa que hace por la Congregación de la Concepcionistas y por la Fundación
Siempre Adelante.
Si hay en este proyecto un alma raíz, ése es el Tío Julio, como en Consuelo
todos lo llaman. Tío Julio es el orientador de la Escuela Antonio Paredes Mena,
pero, ante todo y sobre todo, es un hombre vocacionado. Su vida es por y para
los demás. Durante el tiempo que llevamos aquí ha estado con nosotras. Nos
ayuda a repartir el desayuno, se pasa por las clases para ver cómo vamos, se
preocupa por saber si necesitamos alguna cosa…. En el pueblo sabe qué familias
son las más necesitadas, y siempre está solicito para echarles una mano, pagar
sus medicinas o llevarles comidas si fuese necesario. Cuando vas por la calle
con él los niños, jóvenes y/o adultos lo llaman, se acercan para darle un beso
o un abrazo. Es una institución a quien todos admiran, respetan y, lo más
importante, quieren desde el corazón por la bondad que trasmite.
Además, Tío Julio ofrece una ayuda inestimable a la Fundación, pues se
encarga de hacer el seguimiento de cada uno de los niños becados, desde los de
básica hasta los universitarios, para ver si esta ayuda está siendo bien
aprovechada.
Estar con el Tío Julio es sentirse como en tu casa, pues está pendiente de
que estemos a gusto en todo momento.
Como suele ser habitual, el Tío Julio también nos ha acompañado hoy al
batey. Esta tarde en el batey ha sido bastante especial. Al llegar nos hemos
quedado sorprendidas por los pocos niños que había y nuestras caras se han
puesto un tanto tristes, pero… no ha durado mucho pues, en cuestión de segundos,
han empezado a ir llegando nuestros “tesoros”, -algunos hasta yéndoles a buscar
a sus casas- esos pedacitos de cielo que hacen que nuestras tardes sean de todo
menos aburridas.
Una vez más, hemos sido agasajadas con frutas tropicales traídas por
nuestros niños. No podéis imaginar la cara de felicidad que tienen cuando nos
entregan esas bolsas cargadas de frutas, pero en el fondo cada una de esas
frutas son las ilusiones que pusieron por dárselas a sus profes.
Nosotras hoy también hemos querido llevarles regalos y les hemos entregado
ropa que con cariño y delicadeza habíamos seleccionado pensando en cada uno de
los nuestros chicuelos.
Cuando en las clases entregábamos las camisetas, gorras, pantalones, globos…
sus caras resplandecían de felicidad, y, sin saber cómo ni porqué, también las
nuestras. Aprovechamos para dar las gracias a todos aquellos que nos hicieron donación de ropa para este proyecto.
Acabamos la tarde en el batey jugando, bailando y, lo más bonito para todos,
riéndonos de situaciones propias de adolescentes con ganas de conocer y comerse
el mundo. Durante ese rato, para todas las profes que allí estábamos se paró el
mundo, se veían caras de felicidad y de complicidad que nos llevaron a crear
lazos más estrechos con esos niños que Dios ha puesto de forma providencial en
nuestras vidas.
La vuelta del batey fue como siempre de carcajada tras carcajada recordando
los momentos vividos durante la tarde.
Al llegar, estaba aquí la hermana de Madre Irmar. Estamos hablando de Madre
Yria, quien, aunque destinada en Venezuela, donde desempeña la misión de
maestra de novicias, ha venido a participar en el encuentro de junioras, y, por
esta circunstancia pasará unos días con nosotras. Tras la misa en la iglesia
del Santo Cura de Ars y la cena en comunidad, llegó el momento de la sobremesa.
Es el mejor momento para nosotras del día. Esta noche les ha tocado a Madre
Clara y a Madre Yria contarnos su proceso vocacional, un momento de lo más
gratificante para todas nosotras.
Contentas por todo lo vivido pero un tanto agotadas de tantas emociones,
nos vamos a descansar para mañana seguir en nuestra misión en este nuestro
pueblito, Consuelo de nuestros amores.
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