sábado, 22 de julio de 2017

EL DÍA DE LAS MARAVILLAS

En serio, hoy también sobrarían las palabras describiendo el día que acabamos de vivir, pero como vuelva a hacer un reportaje fotográfico y no escriba, me muerden, así que prepárense para quedarse con la boca abierta.
Tras una semana de actividad intensa, tocaba cambio de ritmo, y nos ha salido un plan perfecto. Todas a la camioneta, nos ponemos en camino, con menos baches, pero muchos más kilómetros. Hoy nos han acompañado Irmar, Estelita y Penélope, que también formará parte de nuestra divertida comunidad misionera durante unos días.


¡Primera parada! La Cueva de las Maravillas. El nombre le va que ni pintado. Nos han explicado que este espacio natural fue descubierto de forma accidental por un grupo de scouts en los años 20. ¡Gracias, intrépido grupo de scouts, porque, por vosotros, hemos podido disfrutar de un lugar de encanto! El recorrido en la cueva se hacía caminando. Hemos bajado unos metros y… ¡oh, maravilla! Estalactitas, estalagmitas, formas en la roca de lo más originales, pinturas de los indígenas taínos, y guano, que tampoco puede faltar (ya explicará Lucía Orts lo que es cuando le toque el blog) 




Hemos disfrutado un montón esa visita y nos hemos quedado admiradas por la creatividad de Dios, que trabaja pacientemente maravillas en su creación. Al salir de la cueva, hemos pasado por un iguanario, plagado de iguanas, feuchas, como era de esperar, y con muy mal humor, porque, mirases donde mirases, veías alguna a la gresca con otra.




¡Segunda parada! Basílica de Nuestra Señora de Altagracia en Higüey. Hemos llegado al templo donde se encuentra la imagen de la patrona de la isla justo a tiempo para la misa. Nos hemos unido a los muchos visitantes que allí había y, tras la misa, hemos subido a venerar la imagen de la Virgen. 




Y, por supuesto, nos hemos hecho la foto típica frente a la basílica (Aviso: quien vaya a tomar la foto, mejor que no lleve ropa blanca) 





















El entorno era precioso, con un jardín enorme de palmeras, como las choperas en España, pero al estilo caribeño, lógicamente.


¡Tercera parada! Centro comercial Multiplaza. Ésta ha sido una parada justa y necesaria, porque estábamos más que hambrientas… ¡y sedientas!

¡Cuarta parada! Playa de Bayahibe. Y ahora, sí que sí, ¿quién se acuerda de Punta Cana? Esta playa es paradisiaca, con un agua cristalina, una arena finísima y unas palmeras que le daban un toque de lo más tropical. Eso sí, mucho “moscón to’feo”, ¿verdad, Clara? Hemos pasado ahí una tarde ideal, bañándonos, tomando el sol, paseando, contemplando el paisaje, colándonos en la playa reservada del resort… y poniendo la guinda con unas piñas coladas y unas Presidente mientras se iba poniendo el sol. ¡Ideal!







¡Quinta parada! Por fin en casa, donde Lucita y Dolores nos esperaban con la cena preparada, para culminar un día que bien puede ser definido como el día de las maravillas.



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