lunes, 7 de agosto de 2017

RECUERDOS PARA ESPAÑA

Cambiamos de aires. Nos levantamos con más calma. Desayunamos y ponemos marcha hacia el centro de la ciudad. Hasta ahora no habíamos conocido más que el camino de los Frailes a Herrera y de Herrera a los Frailes (las dos escuelas  concepcionistas que hay en Santo Domingo). Una autopista bastante llena de coches. 
Primera parada, dejar a madre Clara en el doctor para una revisión médica. Todo correcto, no os preocupéis. 




Pusimos marcha al mercado Modelo, donde ya nos hacen un gran descuento de todos los años que pasan los misioneros por su tienda. 



Cargadas con recuerdos para nuestros amigos y familiares nos fuimos a comer a la zona colonial de la ciudad, lo más parecido a España que vemos desde que estamos aquí, excepto por el cableado. Conocimos al dueño del local donde comimos y nos dijo que sus antepasados eran españoles. 




Después de comer fuimos al museo del cacao donde unas cuantas nos aprovechamos del chocolate que daban de muestra. También al museo del ámbar, con unas vistas muy bonitas. Donde nos enseñaron el largo proceso de elaboración y esas cosas, ¿no chicas?







Dirección a la catedral, la primera construida en toda América, cruzamos una plaza plagada de palomas donde alguna aprovechó a espantarlas mientras otras se escondían de ellas. 



Ya que hoy no íbamos a quedarnos a la eucaristía, alguna que otra no llevaba el atuendo adecuado. A Isabel y a Lu les dieron un trozo de tela muy estiloso de color tierra (feo con ganas) para alargas sus minifaldas.


Cogemos el coche otra vez y vamos al malecón a tomar un helado de la heladería BON, el sabor tropical mix nos seguía desde que nos cautivó en aquella despedida no despedida de madre Clara ¡Que suerte tienes de volver a vernos Clarita! 
Con el helado en mano, disfrutamos frente al mar de un paisaje que nos va recordando a nuestra querida España. 





Para nuestra sorpresa, en cuanto acabamos el helado, empezaba una sesión de bailoterapia (zumba para los españoles) en mitad de un parque subvencionado por el estado en pleno centro de la ciudad. Como buenas españolas nada más escuchar la música dijimos, por qué no unirnos. Hay que decir que se nota la sangre caliente en cada paso de zumba caribeño (los españoles somos algo más recatados). 





Agotadas y satisfechas del ejercicio que habíamos hecho, fuimos a comprar unos donuts y alguna presidente para la cena. Llegamos a la casa y disfrutamos de nuestra última velada aquí en República Dominicana. Damos las gracias a madre Nati, madre Josefina, madre Dariana y madre Dayana por acogernos en Herrera y guiarnos por la ciudad. Además de madre Clara por volver a estar con nosotras.



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