Para
rematar este finde inmejorable, el día de hoy ha sido un regalo lleno de
vivencias y momentos, como los que nos suelen acontecer, bastante surrealistas
y divertidos...
Comenzábamos
el día muy temprano, en "la casa de las monjas", así conocida por
todo Sabana de la Mar. Para agradecer y pedir por todo lo que vivimos, nos
dirigimos a escuchar misa a la iglesia Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote,
donde, como ya se está haciendo costumbre, nos dieron la bienvenida con un
caluroso aplauso.
Todavía
considerándose primera hora de la mañana, con el sol pegando bien fuerte, y
acompañadas por Madre Augusta, atravesamos la Bahía de Samaná, donde son
comunes las ballenas jorobadas, aunque no en esta época del año. Más de hora y
media de travesía en un barco que no nos inspiraba especial estabilidad, pero
que nos sirvió para coger colorcito, llegamos a la playa del puerto donde
disfrutamos de un gustoso baño en las cálidas aguas caribeñas. Con buen
apetito, de ese que provoca el sol y el mar, nos saciamos en un restaurante
cerca del puerto y poníamos fin a nuestra buena mañana de playa.
Pero
es que sin duda lo nuestro son las travesías... porque a la vuelta en el barco,
la lluvia nos acompañó, pero sin poner reparo en ésta, las siete estábamos
cogiendo sitio en el piso alto y descubierto del barco, así que cada una se
tuvo que apañar como pudo para intentar librarse lo más posible de mojarse...
vuelvo a repetir que cada una a su manera...
Llegamos
a la costa sanas y salvas, y después de despedirnos de las madres que tan bien
nos han acogido este fin de semana, gracias a sus contactos en el pueblo, una
"guagua" vino a recogernos a la puerta, viviendo el pasaje hasta
Consuelo en su plena esencia. Dos horas de viaje hasta volver a nuestras casa,
las siete distribuidas por todo el autobús donde, cuando parecía que no cabía
ni un alfiler más, se seguían subiendo más y más pasajeros, haciéndoles hueco
en los sitios más insospechados. Algunas de nosotras incluso hicimos de DJ’s acompañando al conductor en primera fila, y otras haciendo de contadoras
de dinero, desde luego nunca lo hubiéramos imaginado...
En la
casa de Consuelo nos esperaba Lucita y la cena de ibéricos de los domingos, para
dar fin a un finde en el que hemos recargado las pilas más que de sobra para la
semana que comienza.
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