martes, 11 de julio de 2017

Abrir los ojos cada mañana y contemplar la selva nos habla de Vida. Como cada día, a las 7 de la mañana celebramos la Eucaristía y el rezo de laudes en la parroquia que está al lado de la comunidad. Nos ayuda a hacernos conscientes, un día más, de que somos enviadas a continuar la misión de Jesús en estas tierras africanas.
A las 8 de la mañana ya hay niños esperando a la puerta del cole para comenzar las clases a las 9 h. ¡Cuántas ganas de aprender! Son super agradecidos y receptivos a todo lo que se les ofrece.

Después de comer y descansar un poco, nos acercamos con Paula y Emilie al poblado de Okuama. El catequista ya les había dicho que iríamos, pero de nuevo nos sorprendía ver cómo los niños corrían hacia nosotras: sus sonrisas, sus saludos y esos ojos llenos de vida…

Organizamos dos grupos según la edad de los niños y jóvenes. La zapatilla por detrás, la cuba, la gallinita ciega, el cementerio, 1, 2, 3, pollito inglés, fútbol, el arcoíris… ¡Cuánto nos reímos y qué bien nos lo pasamos viéndolos felices y disfrutando!

De regreso a Evinayong, volvíamos a compartir entre nosotras que sólo podemos decir que son ellos los que nos están enseñando, abriéndonos las puertas de sus hogares y acogiéndonos como parte de su familia. Así, el final del día, lo que brota de nuestro corazón es un enorme ¡GRACIAS!





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