jueves, 6 de julio de 2017

UNA EXPERIENCIA DE IGLESIA EN LA REPUBLICA DOMINICANA


UNA EXPERIENCIA DE IGLESIA EN LA REPUBLICA DOMINICANA

Lo primero de todos presentarnos. Somos un grupo de siete voluntarias de diferentes puntos de España: La Coruña, Cartagena, Toledo, Ponferrada, Madrid y Ciudad Real, que desde nuestro deseo de dar nuestro tiempo para los demás, nos hemos sentido invitadas por la Fundación Siempre Adelante para tener una experiencia fuerte de Iglesia en la otra parte del mundo, en la isla de República Dominicana, y más concretamente en el municipio de Consuelo.
Han sido varios meses preparando este momento, y hoy hemos dado comienzo a este sueño acampañados por Madre Ana Rosa Gordo, religiosa concepcionista.  Un sueño que como diría Santa Carmen Sallés debemos vivirlo desde la providencia.
Salimos del Colegio de Princesa hacia el aeropuerto. Ibamos muy cargadas con nuestras maletas, maletas llenas de personas que desde su generosidad nos han ido donando medicamentos, material escolar, ropa... para cubrir en la medida de lo posible, las distintas necesidades que aquí se viven y que la Comunidad de hermanas intentan solventar.

Tras ocho horas de vuelo, llegamos a nuestro destino, y cuál fue nuestra sorpresa que nada más desembarcar nos encontramos con los voluntarios que, desde California, venían para trabajar en el proyecto que las Madres Concepcionistas tienen en Haití. Fue un momento precioso y muy emotivo, pues se hizo visible que no importa no conocernos, lo importante es el color blanco y azul que nos ha movido a pasar parte de nuestras vacaciones de verano con nuestros hermanos del Caribe.

En el aeropuerto nos estaban esperando las hermanas de las comunidades de Santo Domingo y de Sabana de la Mar. No podéis imaginar el calor que hace por aquí, pero que bien sienta este clima para alegrarnos e ilusionarnos aún más. Queremos dar las gracias a Madre Clara, Madre Minerva, Madre Cristina y a Juan, un colaborador de las hermanas en esta isla.



Una vez en la comunidad de Santo Domingo, y tras conocer la casa que nos iba a acoger a los voluntarios de los dos proyectos misioneros, las hermanas nos invitaron a una cena de lo más rica en la que no podía faltar la tortilla española.
Ha sido un día largo, intenso y muy gozoso. Estamos convencidas que todo lo que estos días nos depare será para bien y en la que nos tenemos que dejar sorprender por el regalo que Dios nos ha hecho a todas y cada una de nosotras. 

 ¡Adelante, siempre adelante!

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